lunes, 7 de mayo de 2012

Fobia sexual y sus tratamientos

Una mujer de 40 años se acerca al consultoria y reconoce que es virgen. "Se pierden muchas parejas por esta razón, esta es mi última chance y estoy decidida porque hay alguien que me gusta de verdad!, dice. Después de la consulta el sexólogo le diagnostica vaginismo ( es la contracción involuntaria de los músculos de la vagina) combinado con la fobia a ser penetrada. A la proxima sesión la mujer no volvió. "Es el miedo a que se le cure ese mal", explica a LA NACIÓN el sexólogo y psiquiatra especialista en fobias sexuales Adrián Sapetti.

Las fobias se defienden como una especie de miedo excesivo a un ataque que no va a venir. Las sexuales, específicamente, se ejecutan respecto de la condición sexual y/o genital de las personas. Por este motivo, alguien que la padece intenta evitar el encuentro sexual o íntimo: se da la paradoja de que el sujeto desea, pero la teme.

Hay distintos tipos de fobias sexuales: al beso, al contacto genital suyo o de su pareja, a ver los genitales, a hablar de sexo, a ver una mujer hermosa, a los olores sexuales, a los pechos pequeños o grandes, al tamaño del pene, al embarazo, a ser penetrada y la lista sigue. Respecto de estos últimos, son los más difíciles de abordar porque no se concreta el coito y suelen derivar en matrimonios no consumados, una realidad más habitual de lo que se cree.

Pero, ¿existen tratamientos efectivos para curar este tipo de fobias? Los especialistas consultados coinciden en que sí: proponen combinar terapia de desensibilización con medicación para controlar la ansiedad en caso de ser necesario (recomiendan una clase de antidepresivos como los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina).

Adrián Helien, médico psicólogo y sexólogo del Hospital Durand, se explaya en los diferentes abordajes que exigen estas fobias, que pueden tener diferentes niveles y especificidades. "La terapia cognitiva conductual es la que ayuda a la sensibilización necesaria para curar estos trastornos", manifiesta en diálogo con LA NACIÓN. Según explica, esta terapia consiste en un acercamiento paulatino de la persona a sus fobias; en esa escala de aproximación se logra bajar los niveles de ansiedad que son los que anteceden al miedo.



Así, por ejemplo, si una mujer teme ser penetrada el terapeuta empieza a trabajar sobre la percepción que ella tiene sobre su cuerpo y así avanza paso a paso en unas 10 ó 12 sesiones hasta que logra superar su fobia. "A veces, se hace necesario acompañar las sesiones de terapia con una medicación tipo antidepresivo para superar la ansiedad", aclara Helien. Esto ocurre en uno de cada cinco casos, aproximadamente.

El profesor de sexualidad y salud de la Universidad Abierta Interamericana, León Gindín, coincide en los pasos a seguir. Aclara que no son miedos fáciles de curar, pero que con su equipo desarollaron un método intensivo de pocas sesiones largas con garantías de resultado. Se focaliza en lo que considera la fobia más severa: el miedo a penetrar o ser penetrado. "En siete u ocho sesiones de terapia de sensibilización, la última de unas seis horas, garantiza que en el 97% de los casos tiene éxito y la persona puede concretar el coito", señala.


Un matrimonio no consumado por 18 años. Disfunciones y fobias compartidas: ella vaginismo, él disfunción eréctil y eyaculación precoz alternativamente. "Cuando uno estaba preparado, su pareja no podía. Una locura compartida. Había depresión de ambos", relata, a modo de ejemplo, Sapetti, presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH).

"Ahí era necesario una terapia de desensibilización con un tratamiento paulatino e integral. Así, en algunos meses la pareja logró superar sus miedos y fobias mutuas", comenta el médico especialista en psiquiatría, psicoterapeuta y sexólogo. Se fueron yendo los miedos y fue la cura de las disfunciones sexuales asociadas.

Según una estadística del Centro de Educación, Terapia e Investigación en Sexualidad (CETIS), unas 80 mil parejas argentinas constituyen matrimonios no consumados, es decir, aquellos en los que no hay penetración vaginal por un tiempo prolongado después del casamiento.

Gindín también maneja esas cifras. "Se estima que el 1% de los matrimonios tienen este problema y son alrededor de 8 millones las parejas casadas", reflexiona y llega al mismo número de estudio.

El sexólogo enfatiza que la fobia a la penetración es una de las "más terribles" porque impide el coito y esto tiene su correlato en las insatisfacción del deseo sexual y en la imposibilidad de procreación. "Muchos matrimonios se acercan a la terapia después de varios años de querer ser padres", informa el especialista. En todos los casos es importante recalcar que, más allá de que la fobia pueda ser de uno de los integrantes de la pareja, el síntoma se resuelve a los dos.

Algunas fobias sexuales:
  • Agrafobia: miedo al abuso sexual.
  • Erotofobia: miedo a hablar sobre cualquier tema erótico o sexual.
  • Eurotofobia: miedo a los genitales femeninos.
  • Falofobia: miedo al pene.
  • Genofobia: miedo al sexo.
  • Gimnofobia: miedo a la desnudez propia y ajena.
  • Heterofobia: miedo al sexo opuesto.
  • Venustrafobia: fobia de los hombres a las mujeres hermosas.

La oxitocina y las emociones

Estas situaciones de la fobia social antes dicha en otra entrada y otra serie de sucesos hacen que la persona que padece este trstorno se sienta insegura, acechada e incómoda, con sensaciones intensas y desagradables acerca de lo que pueden estar hablando de ella, por ejemplo.

La ansiedad social se suele desarrollar en la juventud, después de la adolescencia y su aparición es mucho más común de lo que se piensa popularmente. De ahí la inportancia del descubrimiento de estos científicos.
Por otro lado, tal y como explican los investigadores en la revista especializada "The Journal of Neuroscience", se sabe que la oxitocina promueve el comportamiento pro-social. Este neuropéptido ( o cadena de dos o más aminoácidos o monómeros de proteínas) es segregado por nuestro organismo en situaciones como el parto o la lactancia, y produce un efecto analgésico o de calma.

Estudios llevados a cabo con animales han demostrado asimismo que la oxitocina promueve la interacción social, por ejemplo, durante la época del cortejo. En los humanos, se conocía que esta hormona tiene una influencia directa en la amígdala, que es una región del cerebro clave en las interacciones sociales y en la identificación de amenazas emocionales inmediatas. Como parte del sistema límbico, la amígdala se encarga del procesamiento y del almacenamiento de reacciones emocionales.
Algunos cortejos de animales:
Para probar si la oxitocina influía en las evaluaciones afectivas, los científicos mostraron a una serie de participantes imágenes de cuatro rostros distintos. Al mostrar dos de estas imágenes, provocaros además en los voluntarios un pequeño shock eléctrico inofensivo pero incómodo.

Los investigadores utilizaron por tanto un procedimiento de condicionamiento estándar para inducir evaluaciones afectivas diferenciales negativas ante dos de los cuatro rostros mostrados.

Como era de esperar, los científicos descubrieron que las caras asociadas al shock eléctrico fueron consideradas por los participantes más desagradables que las otras dos. En una segunda fase de la prueba, a la mitad de los voluntarios se les administró oxitocina con un spray, mientras que a la otra mitad se les administró un placebo.

Posteriormente, los investigadores pudieron comprobar que a los individuos del grupo a los que se les había administrado la oxitocina los rostros que antes les parecían desagradables ( los vinculados con el shock eléctrico) ya no les parecieron desagradables, mientras que el resto de los participantes ( los que habían recibido placebo) siguieron pensando lo mismo de dichas caras.

Según explicó Predrag Petrovic, del Departamiento de Neurociencia Clínica del Instituto Karolinska, "cuando mostramos de nuevo al grupo que había recibido la oxitocina, las dos caras que antes habían asociado con el shock e´léctrico, no las encontraron desagradables, al contrario que los participantes que había recibido el placebo, que siguieron viéndolas desagradables".
(aqui tenemos un enlace que nos llevara a la Karolinska Institutet)

El escáner de fMRI (que mide la respuesta hemodinámica relacionada con la actividad neuronal del cerebro) reveló asimismo que la ansiedad inducida por los shocks para dos de las caras mostradas produjo una mayor actividad en dos áreas cerebrales: la amígdala antes mencionada, y el área fusiforme del rostro ( o FFA), que es la parte del cerebro que procesa la información visual de rostros desagradables o amenazantes.

Estos niveles de actividad neuronal disminuyeron en los individuos que habían recibido el spray de oxitocina, mientras se mantenían en los que habían recibido el placebo, señalaron los científicos.

Según Petrovic, esta constatación sugiere que la oxitocina puede reducir la ansiedad e incrementar las oportunidades de contacto social para aquellas personas con ciertos tipos de desórdenes psiquiátricos. Los datos, escriben los investigadores, sugieren en definitiva que la oxitocina modula la expresión de condicionamientos valorativos para rostros socialmente relevantes, influyendo en la amígdala y en la FFA.

La medición de este efecto pro-social a nivel cerebral explicaría la inportancia de esta hormona en nuestras relaciones y abriría nuevas puertas a tratamientos alternativos para ciertos trastornos.

Las Fobias Sociales dependen de una Hormona

Científicos suecos e ingleses han descubierto que las fobias sociales dependen de una hormona llamada oxitocina, que segrega nuestro organismo en ciertas situaciones y que propicia la calma. Aunque ya se sabia que la oxitocina juega un papel clave en los animales porque promueve la interacción social en la época de celo, gracias a la tecnología de exploración por resonancia magnética funcional se ha comprobado ahora que cuando se aplica a personas, esta hormona inhibe el rechazo social y facilita la comunicación humana. Este descubrimiento podría ayudar a crear nuevos tratamientos para determinados problemas psiquiátricos que surgen en las relaciones entre personas.
Científicos suecos y británicos han demostrado, mediante imágenes tomadas con la técnica de exploración de resonancia magnética funcional (fMRI), que la hormona oxitocina puede inhibir los sentimientos de ansiedad que se producen en algnos individuos al entrar en contacto con otras personas.

Los resultados de  una investigación llevada a cabo por el "Karolinska Institutet" de Suecia, en colaboración con el "Welcome Trust Functional Imaging Laboratory" de Londres, podría mejorar los tratamientos para determinadas afecciones psiquiátricas, como la llamada fobia social, informa dicho instituto en un comunicado.
La fobia social o ansiedad social es un trastorno psicológico que provoca en las personas que lo padecen el miedo a ciertas situaciones sociales, como los encuentros inesperados con conocidos, familiares o amigos; o las reuniones sociales de cualquier tipo.